Cuando navegamos por la Red, especialmente cuando lo hacemos en páginas legales y que consideramos totalmente fiables, generalmente no ponemos ningún reparo a la hora de introducir datos personales como cuentas de correo, direcciones postales, números de tarjetas de crédito, contraseñas o incluso en algunos casos, fotografías íntimas.
Lo cierto es que en estos casos proporcionamos a estas páginas datos que en ocasiones no daríamos o mostraríamos ni siquiera a los familiares pensando que el anonimato de los mismos está garantizado al 100%, pero en la mayoría de los casos, eso no es así. Tampoco es cuestión de ponernos alarmistas, ni mucho menos, pero antes de compartir determinada información en la Red, deberíamos pensar dos veces que esos datos podrían quedar expuestos en cualquier momento al resto del planeta si otro internauta consigue «saltarse» los sistemas de seguridad de esa página web. Para la mayoría de los mortales, conseguir acceder a datos protegidos por webs que podemos denominar como serias es una tarea imposible, y aunque llevar a cabo ciberataques a las mismas resulta una tarea harto complicada incluso para los hackers más avanzados, ninguna es totalmente segura al 100%. Desde que Internet es lo que conocemos hoy en día, se han dado multitud de casos en los que páginas y sitios que se suponía inaccesibles, han sido atacadas y extraídos los datos almacenados en sus servidores. mantener la seguridad de los datos de sus s pero que no pueden asegurar al 100% la privacidad de estos. De este modo las webs, aplicaciones y servicios que manejan datos personales de sus s, en parte se cubren las espaldas y eluden responsabilidades ante posibles ciberataques. Por estas razones, cuando vayamos a compartir cierto tipo de datos o imágenes a en la Red, deberíamos pensarnos dos veces las consecuencias que esto podría acarrearnos en el caso de que se hicieran públicos, algo ante lo que ningún internauta está completamente a salvo.