Aunque muchos apuestan por jubilar a las contraseñas, todavía siguen siendo el método más utilizado para identificarnos en nuestras cuentas de correo, sitios web donde estamos registrados o incluso en las aplicaciones o páginas web de nuestro banco. Una gran mayoría de s ya saben cómo tiene que ser una contraseña para que sea lo más segura posible, pero aun así existen varias herramientas que hacen ese trabajo por nosotros.
Lo cierto es que, si no contamos con una contraseña segura, tenemos más riesgo de que pueda ser robada, pero, aunque establezcamos esta primera barrera de seguridad, hay otras prácticas que aumentan la posibilidad de que nuestros datos de puedan caer en manos ajenas. Nos referimos en este caso al hecho de compartir contraseñas con otras personas y los métodos utilizados para enviárselas.
Hoy en día es una práctica muy utilizada, ya que gran cantidad de s comparten claves de a sus cuentas en las redes sociales, correo electrónico, servicios de vídeo en streaming, redes WiFi o servicios de almacenamiento en la nube, entre otros. Además, es algo que hacen en la mayoría de ocasiones con total normalidad e incluso sin tratar de ocultarlas o cifrarlas a través de correo electrónico principalmente.
Prácticas nada seguras puesto que estos datos confidenciales pueden ser interceptados fácilmente y hacer que cualquiera con ninguna buena intención se haga con ellos. Es por eso, que vamos a mostrar a continuación un sencillo truco para que en el caso que queramos enviar por correo alguna de nuestras contraseñas, estas vayan lo más seguras posibles.
En Windows
La idea es enviar nuestra contraseña a través de un correo, incluyéndola en un archivo adjunto y cifrado, protegido por una contraseña. Para ello, lo primero que debemos hacer es contar en nuestro equipo con alguno de los compresores gratuitos que permiten el cifrado AES, como 7-ZIP y que además se puede conseguir de forma totalmente gratuita.
Una vez lo tengamos instalado en nuestro equipo, debemos escribir nuestra contraseña en un archivo de texto, por ejemplo, desde el bloc de notas, y ZIP protegido con contraseña que podemos guardar en el escritorio.
Una vez que lo tenemos, ya podemos abrir nuestro correo, crear un nuevo mensaje para el destinatario y adjuntar el fichero que acabamos de generar como fichero adjunto. Una vez que el destinatario reciba el mensaje de correo, debemos comunicarle a través de una llamada o aplicación de mensajería cifrada la contraseña que protege el archivo ZIP para que pueda descomprimirlo y acceder a la contraseña que queremos compartir con él.