Ya hay unidades SSD de Seagate que alcanzan capacidades de 60 TB, mientras que los discos duros están estancados en los 10 TB, donde es Seagate quien también tiene la mayor capacidad disponible con el Seagate Barracuda Pro de 10 TB. En el mismo tamaño, los SSD permiten una densidad 10 veces mayor que los discos duros. ¿Por qué ocurre esto?
Funcionamiento de un disco duro
Para empezar, tenemos que conocer cómo funcionan. Un disco duro consiste, entre otras piezas, en un disco que gira a unas determinadas revoluciones (5.400 o 7.200 son las más comunes). Este disco es leído por un cabezal magnético que va unido a un brazo que se mueve mediante potentes imanes. Este imán registra cambios de polaridad en el disco. En el momento que hay un cambio de polaridad, hay un ‘uno’, mientras que, si no lo hay, es un ‘cero’.
Esta tecnología podría suponer el camino a seguir en los discos duros del futuro, en el caso de que se encuentre una solución al problema que éstos tienen actualmente con las velocidades de escritura. El resto de soluciones que hay en la actualidad son muy limitadas o prácticamente inexistentes.
O se descubren nuevos metales con los que hacer más pequeños los imanes o se encuentra una forma de hacer los cabezales aún más precisos y rápidos. De no encontrarla, podríamos estar ante el fin de los discos duros dentro de 3 años, cuando los SSD alcancen en precio por GB a este sistema de almacenamiento.