Venía amenazando, medio en broma, medio en serio, que esto podía pasar. Hace poco le dije a mi mujer que estaba a puntito de volverme al formato físico. Sus caras de incomprensión alimentaban más mis ganas de hacerlo. Solo necesitaba un empujoncito, porque motivos ya tenía de sobras. Y ese empujoncito llegó. Y vaya si llegó, porque me ha lanzado empotrado de cabeza al Blu-ray 4K.
Antes de nada, voy a ponerte un poco en situación, porque estas cosas no pasan de casualidad. Yo lo de tener cine y series en físico lo llevo de lejos, pero me había desenganchado. De enano tenía montones de VHS y cuando empezó Internet compraba mucho de segunda mano en páginas de subastas como Aucland. La llegada del DVD me pilló a saco y me convertí en un enfermo del formato.
Tuve miles de películas y series, e incluso pedía ediciones especiales que ocupaban un espacio absurdo, como las versiones japonesas de Kill Bill. Cuando llegó el Blu-ray, me dejó paralizado. ¿Tenía que vender los DVD y comprarlo en Blu-ray? ¿Y qué hacía con las versiones 3D? Todo se complicó en exceso. En ese periodo llegó el streaming y la situación se complicó más.
Las reglas del streaming eran refrescantes. Era muy barato y tenías montones de películas y series. El cajetoide enorme que ocupaba la serie Friends pasaba a ser innecesario con Netflix. Y lo mismo pasaba con muchas series y películas. Lo cierto es que el streaming entró con fuerza por los ojos y fue imposible decirle que no. Quizá tú no abandonases el formato físico, pero por distintas circunstancias de la vida, yo sí lo hice. Y del todo. Adiós a miles de películas y series.
Los años pasan
Pasan los años y me encuentro con que ahora no solo tengo Netflix, sino que
Cuando lo puse en el reproductor me llevé un latigazo de nostalgia épico. Y una vez empecé a moverme por los menús y a comprobar todo lo que me estaba volviendo a encontrar, vi claro que, para mí, la era del streaming había llegado a una estación distinta. Por supuesto, no voy a dejar de consumir streaming, pero cuando me apetezca ver una película a mi aire, volveré a mi estantería en vez de pasarme horas moviéndome con el mando entre menús.
¿Los motivos? Tengo unos cuantos que comparto contigo a continuación.
- La imagen 4K, por supuesto. Nos estamos habituando a comprar Smart TV muy avanzadas que valen un pastón, pero luego nos ponemos a ver películas en la tarifa de Netflix con peor resolución. No tiene sentido. Después de invertir ese dineral, lo suyo es aprovecharlo. Por desgracia, no todas las plataformas te ponen fácil el al 4K y en otros casos hay servicios que ni siquiera lo tienen disponible.
- Con el sonido ocurre lo mismo, pero es incluso más difícil (o caro) conseguir Dolby Atmos en las plataformas de streaming.
- Los extras. No sabes lo mucho que echas de menos los extras hasta que te reencuentras con los de una película que te guste en exceso y te apetezca conocer algo más de la misma. Y hay extras que son divertidísimos. Personalmente, echo mucho de menos los audiocomentarios de algunas películas que son desternillantes (el de Aquellas juergas universitarias del DVD es verdaderamente épico). O las escenas eliminadas, tomas falsas… ese tipo de cosas que pasan a mejor vida en el streaming.
- Variedad de pistas de audio y subtítulos. No ocurre con todos los servicios de streaming, pero muchos de ellos limitan de una forma enorme la posibilidad de elegir entre distintas pistas de audio y subtítulos. En Disney+, por ejemplo, no suele pasar, pero otros servicios sí lo limitan mucho. Y en algunos casos, es imprescindible (sobre todo si en casa hay personas de distintas nacionalidades e idiomas).
- Los precios. Se están haciendo muchas ofertas y hay grandes oportunidades para comprarlos baratos. En las fotos que acompañan el artículo puedes ver una de las campañas que se están realizando en Japón, pero hay promociones en el mundo entero.
A la vista de la situación y de cómo el sector está especializándose y buscando un territorio de nicho, quizá similar al de la música con los discos, es obvio que el formato físico en el cine todavía tiene cabida. Y si el sector del streaming no cambia de rumbo, lo más probable es que cada vez veamos más personas que acaban volviendo al formato físico. En mi caso, ya estoy buscando de nuevo Friends, porque a día de hoy he perdido la cuenta de dónde verla online y me da una pereza tremenda buscarlo.
En resumen, el formato físico ofrece muchas ventajas que no tenemos en el streaming, y mucho menos como está planteado ahora mismo que los contenidos vienen y van y no somos dueños de los mismos en ningún momento.