Windows 10 ha cumplido este año su quinto aniversario. En este tiempo hemos aprendido a amar y a odiar el sistema operativo más completo que Microsoft ha lanzado al mercado. Si bien cuenta con multitud de funcionalidades nuevas que hacen imprescindible usarlo en 2020 si no queremos tener problemas de compatibilidad con programas y hardware moderno, también hay multitud de fallos que no tienen justificación en pleno 2020, y que ya deberían estar arreglados desde hace tiempo. A eso hay que sumarle multitud de ajustes de Windows 10 que deberían venir activados por defecto, y que tenemos que activar nosotros tras cada instalación.
En los últimos años, Microsoft ha ido arreglando algunos de los fallos más molestos, y otros ya está trabajando para arreglarlos. Un ejemplo es el enorme tamaño que ocupa la barra de búsqueda (la cual se puede desactivar, por suerte), o evitar instalar actualizaciones si sabe que tu hardware es incompatible. Sin embargo, las siguientes diez todavía no las han arreglado.
Dos es de control
Llevamos ya cinco años sufriendo una inconsistencia que podría arreglarse fácilmente, y es que tenemos dos menús de ajustes para cambiar cosas en el sistema: el de control, y el menú de Configuración, en el cual tenemos la comodidad de poder buscar rápidamente los ajustes en el buscador. Con cada actualización anual, Microsoft va migrando ajustes al nuevo menú, pero todavía hay muchas cosas que obligan a utilizar el de control. Algunas, incluso, se pueden hacer todavía en los menús antiguos y en los nuevos, como es el caso de los ajustes de Sonido o Ratón, pero otras sólo se pueden gestionar de momento en el de control.
Interfaz inconsistente
El que haya dos menús de configuración es una consecuencia de no haber hecho la migración de interfaz de golpe. Por ello, tenemos fuentes distintas por el sistema, encontrando menús muy modernos y otros que parecen sacados de Windows XP, como ocurre con el cambio de tasa de refresco o el color en los ajustes avanzados de pantalla. Por desgracia, todavía quedan años hasta que se conviertan en uno estos menús.
Actualizaciones lentas y con errores
Instalar una actualización en Windows 10 es un proceso muy lento. Incluso aunque tengas un SSD, el proceso se suele demorar más de 10 minutos con facilidad. La instalación del sistema operativo también es muy lenta. Por la forma en la que está hecho el sistema, no es posible instalar actualizaciones sin reiniciar varias veces porque han de sustituirse archivos en uso, como los DLL, a diferencia de lo que ocurre en Linux que permite reemplazarlos en tiempo real sin reiniciar, lo que alarga aún más el proceso de instalación.
Además, al ser Windows 10 un «servicio», se lanzan constantemente parches que no se prueban a fondo, siendo los propios s los beta testers. Microsoft afirma que ha ido mejorando la detección de estos errores para evitar pérdidas incomodar a los s, pero la realidad es que siguen ocurriendo constantemente.